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Yenkell: un telecomunicador que apuesta por la soberanía tecnológica
A Yenkell Lliteras Cebada no le gustan las formalidades, prefiere hablar de sus innovaciones como quien habla con un amigo, lo hace despacio, con una manera natural, muy suya, de explicar los detalles para que su interlocutor entienda los términos y las razones para estar siempre investigando y creando.
Para él, un buen innovador tiene que ser muy curioso y estar haciéndose preguntas, aunque reconoce que las ansias del saber le vienen desde pequeño cuando buscaba arreglar sus juguetes luego de romperlos.

Esto nace con uno, la necesidad de aprender e investigar, pero también de las enseñanzas y legado que provienen del seno familiar, y no hablo solo de las tecnologías, porque a Yenkell, le apasiona el arte, la cultura y la ciencia.
Con veinte años de experiencia en la División Territorial de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) en Camagüey, de ellos 16 atendiendo la telefonía móvil, este experto en telemática del departamento de supervisión y gestión, siempre encuentra algo que hacer, no cree en derroteros ni en obstáculos.
Es de esos hombres optimistas que identifica los inconvenientes y al mismo tiempo idea las posibles soluciones, esas que no concibe sin el trabajo en equipo.
“Muchos aportan ideas valiosas a los proyectos, que no son rígidos y formales, sino que se hacen sobre la marcha siempre con el concurso de todos, y la mayor recompensa es esa precisamente, dar solución a los problemas que se presenten”.
En la sencillez de sus repuestas encuentro la integralidad de un creador por excelencia, que no espera reconocimientos, aun cuando los merece, porque para él lo importante es ser resolutivo.
Su desempeño es decisivo en la sustitución de importaciones, por eso no detiene el ritmo y habla del estudio, de superación y de obras que suman horas de labor y esfuerzos para lograr los objetivos; y aunque a veces las cosas no salen como lo desea, sabe que eso también es una lección de vida.
Pondera la soberanía tecnológica en casi todo el diálogo, casi como si fuera una filosofía de su actuar diario; que describe al hombre que a sus 44 años apuesta siempre por innovar, crear y aportar.