En el 2024 la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (Etecsa) celebra sus tres décadas de existencia. De aquellos momentos fundacionales, de cómo afrontaron cada transformación y, sobre todo, de cómo encaran los tiempos por venir, nos hablaron él y ellas, fundadores de esa entidad en esta provincia del oriente cubano

Las Tunas.- Cuando le preguntan acerca de su vida, comienza a narrar su historia solo a partir del año 1994. Nunca menciona su procedencia ni tampoco su trayecto, para él "la cosa buena" empezó en la época en la que comienza a consolidarse el gigante de las telecomunicaciones de Cuba, Etecsa. Aunque el proceso duró hasta 1996, él asegura ser testigo de la constitución previa de una estructura capacitada que marcará un antes y un después. Es que para Rafael Alberto Hernández Castro, haber sido seleccionado para conformar la entonces gerencia, cuando en la región había tantos candidatos calificados, fue un anhelo convertido en realidad.

"En ese entonces se hablaba de proyecciones y altas expectativas. Era una urgencia salir del mal momento por el que atravesaba la anterior empresa, por tanto, la solución fue hacer una nueva sobre la base de la óptica del desarrollo mundial, con el lema 'En línea con el mundo' y que se ajustara a las bases del Ministerio de Telecomunicaciones de la República de Cuba", relata.

Este proceso lo enamoró, dice Rafael. Ante sus ojos veía algo tan novedoso que le fascinaba casi más que estar en su casa. Por cierto, allí forjó su segundo hogar y también su segunda familia.

"Lo que hoy veo frente a mis ojos no surgió de la noche a la mañana, el trabajo fue muy duro, sobre todo el proceso de selección del personal, pues no todo el mundo podía pertenecer. Realmente fue una experiencia difícil en todos los aspectos medibles de la estructuración de una empresa que era un pilar fundamental para el futuro de la Revolución. Participé en las visitas de emplantillamiento, que eran una mezcla de felicidad y depresión.

"Tuvimos que hablar con todas las personas que estaban en ese momento en la empresa y explicarles que la plantilla tenía que tener un nivel de optimización, y que pasarían por un proceso de selección en el que solo entrarían los que tuvieran las cualidades idóneas. Me tocó ver a personas llorar de alegría, otros, por el contrario, lo hacían debido a la tristeza de no haber sido escogidos. Y solo así, al verlos de esa manera, supe que yo era un afortunado, pude reafirmar de que estaba en el lugar soñado, en ese que siempre quise estar".

Revive cada momento. Todavía recuerda sus reuniones con los aspirantes, unas con sonrisas y congratulaciones; otras, con lágrimas y un hasta luego. Cada anécdota lo marcó de una forma peculiar. Etecsa ha sido sido su escuela y en ella fortaleció sus valores.

"Para mí es un honor y un gran placer ser parte del equipo de dirección. Estoy en ella desde que comenzó y he vivido momentos inolvidables; y no solo me refiero a los eventos, sino a los nuevos cambios estructurales, las nuevas obras de trabajo, las mejoras de la atención que se le dieron a todos los trabajadores de la entidad, la implementación de un equipamiento tecnológico adecuado a la época, las proyecciones de crecimiento y de inversión, lo que hace que cada día ame más lo que hago".

Como si fuera un cuentacuentos de esos que engatusan al destejer una historia, el hoy jefe del Grupo de Supervisión y Gestión del Departamento de Operaciones de Red de la División Territorial no solo puede contar lo bonito. Rafael también se quiebra. Con los recuerdos llega el dolor de aquel momento: el trágico incendio en su centro principal. Recuerda la impotencia, la rabia, el olor a cable quemado en la que siente como su casa convertida en presa de las llamas. Aquel suceso le dejó una marca de por vida con la cual ha sabido vivir desde el 2021, y que, por tanto, ha fortalecido su convicción de pertenecer a una empresa que como el ave Fénix resurge y se supera.

NUEVOS TIEMPOS, NUEVOS RETOS

El año 1991 marcaba el inicio de una etapa pasional en la esfera de las telecomunicaciones para Mabel Pavón Cruz, actual jefa del Centro de Atención Telefónica en Las Tunas. Un curso de capacitación para operadoras fue el pie forzado para que, en febrero de 1992, plantara bandera en un espacio en el que compartiría los mejores momentos de su vida.

"Mi primera visita al centro fue impactante, al ver todas aquellas operadoras con años de experiencia, creía casi imposible sentarme a trabajar con ellas mano a mano. Pero sin darme cuenta fui amando mi profesión cada día más", dice.

Los cambios siempre son difíciles y, aún más, cuando por fuerza de las nuevas épocas y nuevas formas de comunicación cambian totalmente las funciones de la empresa, disminuyen la disponibilidad de plazas y el nivel de superación aumenta.

"En el 2004 inicia el proceso de digitalización en el país y, por supuesto, en nuestro centro. Fueron tiempos muy duros, pues la mayoría de las trabajadoras solo tenían el noveno grado, incluso cuando la empresa fue dándoles la oportunidad a muchas de obtener el duodécimo. Además, se daban clases de computación para las operadoras; pero aun así, cuando comienza el proceso se tuvieron que disminuir los puestos y muchas fuimos reubicadas.

"En mi caso, fui como operadora de micro en el Centro de Negocios de la provincia. Fue un reto total porque ejercí como secretaria, algo que no había hecho anteriormente. Algunas fueron colocadas fuera de la empresa, pero se les dieron cursos de atención al cliente".

La apertura del telepunto en Las Tunas les dio la oportunidad a Mabel y algunas de sus compañeras de volver a trabajar juntas ya en un nuevo entorno social y digital, con muchos obstáculos por superar; más siempre con la pasión por delante. En el 2006 llegó la maternidad, un suceso inesperado y que con ansias supo asumir.

"Justo cuando salgo por licencia de maternidad surge el Centro de Atención Telefónica y muchas de mis compañeras estaban ansiosas por los puestos de trabajo. Yo en particular no pensé nunca que me iban a proponer un puesto directivo y menos en ese momento. Para mí fue una gran satisfacción que reconocieran mi trabajo y mi experiencia en el sector. Hasta el día de hoy sigo ejerciendo en este puesto y sobreponiéndome junto a mis compañeros a todas las vicisitudes que hemos vivido como centro".

AL PIE DEL CAÑÓN

Xiomara García Segura, jefa del Departamento de Economía, asegura que la economía fue y es de vital importancia en una institución donde las transformaciones y el progreso tecnológico han sido muchos. La modestia se hace evidente en su rostro cuando le dicen que ella es también un eslabón primordial en la consagración y construcción de Etecsa en Las Tunas.

"No temí al cambio, tuvimos siempre en la batuta a Rafael con toda su experiencia y conocimiento; mi confianza siempre estuvo en su mandato y en las nuevas oportunidades que traían consigo los nuevos lineamientos y forma de trabajo".

La selección de los más capacitados se rumoreaba por aquellos días fundacionales; y era tanto el empeño de poner todo en orden de acuerdo con las nuevas estructuras y funciones de los economistas dentro de la empresa, que la elección de quienes continuaban en sus plazas pasó a un segundo plano.

"En el caso del Departamento de Economía, como en el resto, muchos se fueron y otros se quedaron. La euforia del momento y todas las responsabilidades que teníamos a cuestas no nos dio nunca por pensar en si nos quedaríamos o no; sin embargo, los nervios y la incertidumbre estaban presentes".

La experiencia de Xiomara en el sector y la responsabilidad de llevar a la par estudio y trabajo la llevaron a seguir formando parte de ese equipo.

"Pasé por las diferentes estructuras, tuve que enfrentar la parte de capital humano y económico, con un poco de temor; y siempre de la mano con nuestro director Rafael Hernández, al que siempre hemos tenido como ejemplo, tanto yo como todos los que ha formado".

Al igual que Xiomara y Mabel, María Julia Carralero Pino, especialista B en Gestión Económica, llevó a la par superación, maternidad y trabajo. Los cambios coincidieron con los primeros meses de vida de su bebé, pero la pasión por la labor que ejercía y las nuevas oportunidades que ofrecería la empresa la llevaron a reincorporarse de manera casi inmediata.

"Mis compañeros me preguntaron si me acogería a la licencia de maternidad completa, pues era necesaria mi pronta incorporación debido a los nuevos preceptos. Soy una mujer de responsabilidades, por tanto, a pesar de tener a mi bebé pequeño, lo matriculé con 6 meses en el círculo infantil para regresar lo más pronto posible. Fue la mejor decisión, ya que mantenerme en el trabajo que me ha proporcionado las mayores alegrías y también tristezas era toda una satisfacción".

Coincide María Julia en que, sin el esfuerzo de la dirección de la empresa, los cambios, problemas y retos no se hubieran afrontado satisfactoriamente. "En lo personal, digo que sin Rafael y Elena Vega nada hubiera sido igual. Ambos nos enseñaron a disfrutar tanto la vida laboral como la personal, y justo esos valores individuales del ser humano están presentes en nuestro centro".

Fundadores de Etecsa en Las Tunas suelen llamarles, porque juntos forjaron el camino transitado por cientos de trabajadores que, como ellos, han dejado la piel, las lágrimas y las risas construyendo un futuro que hoy se resume en una provincia en línea con el mundo.